El musgo en los bonsais. Info y cultivo.
Briofitas
Con la palabra briofitas se designa a las llamadas hepáticas y los conocidos musgos. Éstas son plantas de pequeño tamaño que abundan principalmente en lugares de elevada humedad ambiente y baja evaporación, puesto que necesitan del agua para llevar a cabo su ciclo reproductor, aunque resisten períodos de sequía. Estos vegetales son muy primitivos y se caracterizan por carecer de tallo, raíces, vasos conductores, flores y frutos y por su reproducción por esporas. En lugar de raíces, estas plantas presentan unos órganos llamados rizoides, con los cuales se aferran superficialmente al sustrato, y por eso ese dice que los musgos no “enraízan”. Las estructuras en forma de copa se hallan en las hepáticas. Otra característica importante de ellos, es su funcionamiento dual: una parte de todo musgo es fotosintético y parasitario para una segunda parte, que produce esporas. En nuestros bonsáis, así como en los ecosistemas terrestres, son muy apreciadas por contribuir a aumentar la estabilidad del suelo, pues tienen una enorme capacidad para la retención de agua, por lo cual son un importante factor de humedad ambiental. En la naturaleza es común encontrarlos en forma de delgadas alfombras vegetales que prosperan en el suelo de bosques húmedos y selvas, aunque se les puede encontrar durante la época de lluvias en casi cualquier lugar con suficiente humedad.
Los musgos y el bonsayismo.
No es necesario hablar de la armoniosa composición que un buen musgo añade al conjunto miniatura, pero definitivamente, hay que tener en cuenta que lo que vale, en primer lugar, es la salud del árbol. Esto se menciona no porque el musgo perjudique directamente a la planta que se entrena, sino por las repercusiones que en nuestro árbol pueda tener la cantidad de humedad necesaria para criar un musgo. Como ya se ha dicho en las característica, los musgos y las hepáticas forman colonias vegetales que necesitan altas cantidades de humedad para vivir, pero sobre todo, para reproducirse. Así, cuando se cultiva una especie que precisa de bajos requerimientos de agua, tal como los acebuches, las crasuláceas o las araliáceas, el experimento estético puede acabar con la pudrición de raíces o una clorosis grave en el ejemplar en cuestión. Bajo este parámetro, las especies idóneas para el cultivo de musgos son aquellas que tienen requerimientos muy altos tanto de agua de riego tanto como de humedad ambiente, así como gustar de la media sombra y nunca del sol directo. En cuanto a las condiciones climáticas, los ambientes secos y ventiscosos son los menos precisos para llevar a cabo su implantación.
Reproducción del musgo.
El musgo se reproduce con mucha facilidad siempre que tenga las condiciones ideales para ello. Una manera rentable de para lograrlo consiste el siguiente procedimiento: Primeramente se consiguen un par de tabiques, lozas o ladrillos de barro cocido sin esmaltar; un buen pedazo de tela de algodón, cruda, lavada sin jabón, muy delgada y sin aprestar; una charola plástica extensa o similar, una cucharada de azúcar o levadura y un puño de musgo, limpio de tierra y de preferencia seco. Una licuadora y agua de lluvia o destilada. Un lugar húmedo y a la sombra. En un recipiente profundo y con suficiente agua se sumergen las piezas de barro escogidas por 24 horas. Pasado el tiempo, se escurre el exceso de agua. Inmediatamente y previa la limpieza del musgo, éste se mete a la licuadora junto con el doble proporcional de agua de lluvia (o destilada). Se agrega el azúcar o la levadura (aunque también puede servir un buena cucharada de cerveza). Se licua. Una vez hecha la mezcla, se recorta el paño de algodón al tamaño de la superficie de las piezas de barro, previamente colocadas en la charola, y se coloca el pedazo resultante sobre ellas. Paso siguiente, se vierte la mezcla con cuidado y homogéneamente sobre el paño, sin que escurra. Se lleva la charola a un lugar sombreado y fresco, y ahí se vierte agua en la charola, de tal manera que mantenga húmedas la piezas de barro pero que no las empape. A lo largo de algunos días habrá que revisar este nivel de agua para que no se seque. Al cabo de una o dos semanas, el paño estará completamente cubierto de un alfombra de musgo verde. Se recorta del tamaño deseado a cubrir en la maceta y al cabo del tiempo la pieza de algodón desaparecerá por efecto de la descomposición orgánica integrándose al sustrato. La maceta deberá mantenerse con una humedad ambiente alta.
Con la palabra briofitas se designa a las llamadas hepáticas y los conocidos musgos. Éstas son plantas de pequeño tamaño que abundan principalmente en lugares de elevada humedad ambiente y baja evaporación, puesto que necesitan del agua para llevar a cabo su ciclo reproductor, aunque resisten períodos de sequía. Estos vegetales son muy primitivos y se caracterizan por carecer de tallo, raíces, vasos conductores, flores y frutos y por su reproducción por esporas. En lugar de raíces, estas plantas presentan unos órganos llamados rizoides, con los cuales se aferran superficialmente al sustrato, y por eso ese dice que los musgos no “enraízan”. Las estructuras en forma de copa se hallan en las hepáticas. Otra característica importante de ellos, es su funcionamiento dual: una parte de todo musgo es fotosintético y parasitario para una segunda parte, que produce esporas. En nuestros bonsáis, así como en los ecosistemas terrestres, son muy apreciadas por contribuir a aumentar la estabilidad del suelo, pues tienen una enorme capacidad para la retención de agua, por lo cual son un importante factor de humedad ambiental. En la naturaleza es común encontrarlos en forma de delgadas alfombras vegetales que prosperan en el suelo de bosques húmedos y selvas, aunque se les puede encontrar durante la época de lluvias en casi cualquier lugar con suficiente humedad.
Los musgos y el bonsayismo.
No es necesario hablar de la armoniosa composición que un buen musgo añade al conjunto miniatura, pero definitivamente, hay que tener en cuenta que lo que vale, en primer lugar, es la salud del árbol. Esto se menciona no porque el musgo perjudique directamente a la planta que se entrena, sino por las repercusiones que en nuestro árbol pueda tener la cantidad de humedad necesaria para criar un musgo. Como ya se ha dicho en las característica, los musgos y las hepáticas forman colonias vegetales que necesitan altas cantidades de humedad para vivir, pero sobre todo, para reproducirse. Así, cuando se cultiva una especie que precisa de bajos requerimientos de agua, tal como los acebuches, las crasuláceas o las araliáceas, el experimento estético puede acabar con la pudrición de raíces o una clorosis grave en el ejemplar en cuestión. Bajo este parámetro, las especies idóneas para el cultivo de musgos son aquellas que tienen requerimientos muy altos tanto de agua de riego tanto como de humedad ambiente, así como gustar de la media sombra y nunca del sol directo. En cuanto a las condiciones climáticas, los ambientes secos y ventiscosos son los menos precisos para llevar a cabo su implantación.
Reproducción del musgo.
El musgo se reproduce con mucha facilidad siempre que tenga las condiciones ideales para ello. Una manera rentable de para lograrlo consiste el siguiente procedimiento: Primeramente se consiguen un par de tabiques, lozas o ladrillos de barro cocido sin esmaltar; un buen pedazo de tela de algodón, cruda, lavada sin jabón, muy delgada y sin aprestar; una charola plástica extensa o similar, una cucharada de azúcar o levadura y un puño de musgo, limpio de tierra y de preferencia seco. Una licuadora y agua de lluvia o destilada. Un lugar húmedo y a la sombra. En un recipiente profundo y con suficiente agua se sumergen las piezas de barro escogidas por 24 horas. Pasado el tiempo, se escurre el exceso de agua. Inmediatamente y previa la limpieza del musgo, éste se mete a la licuadora junto con el doble proporcional de agua de lluvia (o destilada). Se agrega el azúcar o la levadura (aunque también puede servir un buena cucharada de cerveza). Se licua. Una vez hecha la mezcla, se recorta el paño de algodón al tamaño de la superficie de las piezas de barro, previamente colocadas en la charola, y se coloca el pedazo resultante sobre ellas. Paso siguiente, se vierte la mezcla con cuidado y homogéneamente sobre el paño, sin que escurra. Se lleva la charola a un lugar sombreado y fresco, y ahí se vierte agua en la charola, de tal manera que mantenga húmedas la piezas de barro pero que no las empape. A lo largo de algunos días habrá que revisar este nivel de agua para que no se seque. Al cabo de una o dos semanas, el paño estará completamente cubierto de un alfombra de musgo verde. Se recorta del tamaño deseado a cubrir en la maceta y al cabo del tiempo la pieza de algodón desaparecerá por efecto de la descomposición orgánica integrándose al sustrato. La maceta deberá mantenerse con una humedad ambiente alta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario