7 de agosto de 2012

Ficha: MORA

El género Morus esté emparentado con el género Ficus a través de la familia de las Moráceas (Moraceae, en latín), a la que ambos pertenecen, pero a diferencia de los ficus, las moreras sólo comprenden un género con a penas una docena de especies. Como cualquier planta de esta familia su savia está compuesta de látex de color blanco.

Situación:
Debe cultivarse en el exterior durante todo el año, a pleno sol, controlando adecuadamente el riego, ya que así conseguiremos un crecimiento sano, con una ramificación mucho mayor y frondosa.
 Aguanta muy bien la sequía, el frío y la contaminación, aunque en lugares demasiado fríos detiene su crecimiento y se desarrolla con dificultad.
 Como cualquier árbol, necesita sentir el paso del invierno para que la llegada de la primavera le provoque el despertar de las yemas en reposo, y aunque resiste bien las temperaturas bajas, hay que tener cuidado con el frío y las heladas intensas, en cuyo caso podemos protegerla en el interior en un invernadero frío, pero sólo durante el tiempo estrictamente necesario para luego volver a situarla en el exterior.
 El cultivo exterior durante todo el año, además de garantizar su correcto cultivo, nos ayudará a reducir el tamaño de sus hojas.



Mora perteneciente a Wu

Riego:
Los riegos deben ser cada vez que se seque la superficie de la tierra, haciéndolo a fondo, es decir, hasta que salga abundante agua por los agujeros de drenaje, pero evitando el encharcamiento permanente de la tierra para evitar un exceso de humedad que pudra sus raíces. Durante la floración conviene espaciar más los riegos para evitar la caída prematura de las flores, por ejemplo, dejando secar totalmente la tierra entre riego y riego, pero sin demorar el riego más de lo necesario.
No hay que pulverizar las hojas ni mantener ambientes excesivamente húmedos de forma artificial porque correremos el riesgo de que aparezcan hongos.

Abono:
Abonar con frecuencia con un abono orgánico de calidad, especialmente durante la época de crecimiento vigoroso, es decir, en primavera y también durante el otoño. Durante el invierno y la época más calurosa del verano debe reducirse la cantidad de abono porque son épocas con escaso o nulo crecimiento.
Podemos ayudar a reducir el tamaño de las hojas, además de con una buena exposición exterior a pleno sol con el suministro de abonos más ricos en fósforo (P) y potasio (K) que en nitrógeno (N) para no fomentar el desarrollo de sus hojas, además así fomentamos la fructificación.

Trasplante:
Debe trasplantarse anualmente debido a su rápido desarrollo y crecimiento, aunque en ejemplares viejos puede espaciarse cada 2 años. La época más apropiada es durante el comienzo de la primavera, justo un poco antes de que comience la brotación del año, cuando los brotes están hinchados pero sin abrir.

Poda:
La época más adecuada para la poda de ramas es después de la floración y ésta se debe realizar acortando de 1/3 a 2/3 la longitud de la rama. En cambio, si queremos hacer una poda fuerte de remodelación y a fondo, lo más conveniente es hacerla al comienzo de la primavera antes de que las yemas crezcan. Hay que tener en cuenta que podas muy fuertes y continuas pueden la calidad y vida de las moreras.
La forma de emplear la poda como técnica de modelado es dejar crecer las ramas y podar en función de la dirección deseada. Debes fijarte en la dirección que te interesa para la nueva rama (izquierda o derecha) y eliminar el brote no deseado. Esta técnica te permitirá un aumento de la ramificación en la dirección elegida.
Los pinzados deben realizarse durante la época de máximo vigor, cuando los brotes nuevos aún están tiernos y han crecido poco.
Conviene eliminar las hojas, flores y frutos marchitos para evitar la aparición de hongos y las ramas no deseadas o secas pueden eliminarse en cualquier momento.

Alambrado:
El alambrado de las moreras debe realizarse entre la primavera y el verano, preferiblemente después de una poda, y sólo en árboles sanos. Aunque sus ramas son relativamente flexibles, conviene tener cuidado con la corteza del tronco y ramas, siendo aconsejable envolver el alambre con algo de rafia para proteger la corteza.

Enfermedades:
Chancro de la morera: es una enfermedad causada por un hongo (Gibberella baccata) que aparece en cualquier época del año, aunque suele manifestarse en verano, y que es capaz de matar tallos enteros. Generalmente la zona afectada muestra pequeñas pústulas de color marrón rojizo. La forma de combatirlo es podar inmediatamente los tallos afectados y las zonas muertas para evitar su propagación al resto del árbol.
Cochinilla: insecto chupador de savia de forma plana y redondeada (hembras) o alargada y rectangular (machos) que suele preferir la corteza de las ramas más jóvenes.
Pseudomoniasis de la morera: infección bacteriana de las heridas de los tallos causada por la bacteria Pseudomonas mori. Los síntomas son una manchas negras con un halo amarillo y en los nuevos vástagos aparecen zonas rugosas. No existe tratamiento, como en la mayoría de las infecciones bacterianas o víricas y lo único que podemos hacer es quitar inmediatamente los tallos y zonas afectas para evitar su propagación.

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